HIPÓTESIS
En el campo de la investigación científica existen diversas definiciones que ayudan a establecer el concepto de hipótesis. Etimológicamente “es una explicación supuesta que está bajo ciertos hechos a los que sirve de soporte”. Una definición que transmite el concepto de hipótesis, utilizando la información o datos de que dispone el investigador es la siguiente: “un conjunto de datos que describen a un problema, donde se propone una reflexión y/o explicación que plantea la solución a dicho problema”.
Desde la óptica de Tamayo (2012) la hipótesis es el eslabón entre la teoría y la investigación, que nos conduce al descubrimiento de los nuevos hechos. Por ello surge explicación a ciertos hechos y orienta la investigación hacia otros[1]. De manera que la hipótesis puede ser desarrollada desde distintas perspectivas, puede estar basada en una suposición, en el resultado de otras investigaciones, en la posibilidad de una relación semejante entre dos variables representadas en un estudio, o puede estar basada en una teoría mediante la cual una conjetura del proceso nos conduce a la pretensión de que, si se dan ciertas condiciones, si pueden obtener ciertos resultados, vale decir, la relación causa–efecto.
Mientras, a juicio de Arias Galicia (1998) la hipótesis es una proposición respecto a algunos elementos empíricos y otros conceptuales y sus relaciones mutuas, que emergen más allá de los hechos y las experiencias conocidas, con el propósito de llegar a una mayor comprensión de los mismos[2]. Es importante destacar que los investigadores al formular hipótesis se imaginan nuevas factibilidades, partiendo de hechos conocidos. De modo que una hipótesis es una anticipación en el sentido de que propone ciertos hechos o relaciones que pueden existir pero que todavía desconocemos, en efecto que no hemos comprobado que existan.
En consecuencia, podríamos definir la hipótesis como una conjetura o suposición. Por lo general un problema de investigación es una pregunta que se plantea el investigador con la finalidad de darle una correcta respuesta, del mismo modo se puede incidir que la hipótesis es la respuesta anticipada que el investigador plantea a tal pregunta, respuesta que será sometida a una verificación empírica con los datos que recoja, ya sea de modo directa o indirecta.
[1] Tamayo y Tamayo, M. (2012). El Proceso de la Investigación Científica. México: editorial Limusa, p. 122.
[2] Arias, Fidias G. (1998). Mitos y errores en la elaboración de Tesis y proyectos de investigación. Caracas: editorial Episteme, p. 28.
Esta página, difundirá actividades referente del proceso de metodología de investigación, que analicen y evalúen en forma conjunta los diversos aspectos que componen la investigación científica, contribuyendo a generar nuevas capacidades en una investigación que permitan acceder a los lectores que aseguren la participación y que consoliden su rol como principal centro de pensamiento académico. En efecto, su comentario estimado lector será vital para la mejora de la misma.
martes, 9 de mayo de 2017
HIPÓTESIS EN UNA INVESTIGACIÓN
FORMULACIÓN DE HIPÓTESIS
¿CÓMO FORMULAR HIPÓTESIS?
La
formulación de todo tipo de hipótesis inicia con el análisis de los hechos. De
manera que la hipótesis deberá explicar estos hechos. En ese sentido, todo tipo
de hipótesis, se plantea con el propósito de explicar los hechos conocidos y
predecir los desconocidos. En esa línea, una hipótesis sirve para explicar los
hechos existentes y predecir otros nuevos (desconocidos).
Desde
la perspectiva de Karl Popper, señala, “que mientras más fuerte sea la
capacidad lógica de una hipótesis, más fácil será de comprobar”. Entonces, una
hipótesis se constituye como la conclusión de un razonamiento con cierta
probabilidad o verosimilitud, que se obtiene al estar analizando-sintetizando,
en torno a los hechos o fenómenos, y en su formulación inducimos-deducimos a
partir de las observaciones respecto a tales hechos o fenómenos.
Desde
la postura de Pájaro Huertas (2002), la característica peculiar de la hipótesis
radica en que sistematiza el conocimiento científico, integrando un sistema de
abstracciones de la realidad que se observa. En la hipótesis, es una
proposición lo que viene a ser el punto de atracción de todo ese sistema de
conocimientos y hacia la cual convergen todos los restantes juicios. Los
juicios que integran la hipótesis argumentan esta proposición o se derivan de
ella, es decir, conducen a ella, se infieren o se derivan de ella[1].
La
hipótesis es la forma de desarrollo del conocimiento científico, pero no por
ser un juicio-proposición. La proposición por sí sola, tomada aisladamente, no
desarrolla el conocimiento acerca del objeto. Cumple su función solo si está
relacionada con el conocimiento anterior, de veracidad admitida, y con las
conclusiones que de él se infieren. En la hipótesis hay juicios fidedignos; una
hipótesis privada de todo conocimiento verídico y demostrado, carece de valor
científico. El conocimiento fidedigno constituye la base, el fundamento. Toda
proposición tiene valor si está basada en hechos y leyes sólidamente
establecidas[2].
La
hipótesis por su esencia, comprende juicios problemáticos, es decir, juicios
cuya veracidad o falsedad no ha sido demostrada aún; estos juicios
problemáticos no han de ser conjeturas arbitrarias, su probabilidad debe estar
argumentada por conocimientos anteriores ya demostrados. Una hipótesis formada
por proposiciones arbitrarias no deja ninguna huella importante en la ciencia.
Una hipótesis de este género no constituye una verdad objetiva. Cuando estas
proposiciones se refutan, de la hipótesis no queda nada. La hipótesis
científica verdadera incluye una proposición que puede ser refutada, pero que
posee, además una serie de juicios verídicos que en el curso del desarrollo
científico no sólo pasan de una hipótesis a otra, sino que se van haciendo más
completos. El juicio-proposición, en la hipótesis científica debe estar
argumentado con suficiente grado de probabilidad[3].
Si en
los siglos XVII y XVIII los investigadores miraban con recelo a la hipótesis,
pues consideraban que el pensamiento verídico podía y debía evitarla de alguna
manera, a fines del siglo XIX y en el XX, comprendieron en cambio, que el
conocimiento se desarrolla por medio de ella. En el siglo XXI es poco probable
que un investigador niegue la importancia de la hipótesis en el conocimiento.
En la doctrina de la hipótesis, lo principal no es ya el saber si desempeña un
papel esencial en el conocimiento del mundo, sino lo que representa como forma
de conocimiento científico, cuál es su relación con el mundo objetivo y qué
carácter tiene el conocimiento en ella contenido.
[1] Pájaro Huertas, David, La Formulación de Hipótesis Cinta de
Moebio [en linea] 2002, (diciembre) : [Fecha de consulta: 6 de mayo de 2017]
Disponible en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10101506> ISSN.
[2] Dieterich, H. (1997). Nueva
Guía para la Investigación Científica. Editorial Planeta.
[3] Ídem.
martes, 17 de enero de 2017
LOS OBSTÁCULOS PARA LA ESCRITURA DE UNA TESIS
Cuando leemos un libro, artículo, una revista,
tenemos la idea del enfoque del autor. En primer lugar, el editor del libro o
la revista ha pasado por ahí, el revisor lingüístico ha sugerido las correcciones
y pide aclaraciones sin que esto salte a la vista en el texto. Como sugiere
Gómez et al. Se debe también contar con los evaluadores que han estimado el
manuscrito y proponen, a veces exigen, modificaciones. En efecto, el texto
final está lejos con frecuencia de la primera versión entregada. Dicho esto, es
raro que un autor no encuentre nunca dificultad en la escritura: para la
mayoría, escribir es una tarea más o menos angustiante, ocasionalmente fácil,
pero siempre gratificante[1].
a. Los bloqueos emotivos
Este tipo de bloqueos son los obstáculos más
espantosos de todo tesista, porque son aquellos que el redactor mismo se crea
antes de escribir una línea. Son esas trabas interiores que se deben superar
regularmente, aunque algunos continúan renaciendo. Por ejemplo, un profesor de
Metodología de Investigación, nos comentaba que después de escribir la versión
final de un artículo, tenía como regla de no releer hasta que se publique,
porque si cada vez que releía dicho artículo, encontraba errores y se auto reprendía
“que bestia soy como no me di cuenta”. El mencionado profesor creía carecer de
inspiración. Sin embargo, si él hubiera releído regularmente, no solo se habría
dado cuenta que, periódicamente, un mismo sentimiento de depresión la animaba,
sino que también terminaba siempre encontrando la inspiración.
En otro escenario, los estudiantes que comienza su
investigación de tesis encuentran dificultades parecidas. En efecto, cualquier
asesor de tesis no demora en darse cuenta de que no basta ofrecer un apoyo
técnico y metodológico a los estudiantes que dirige; con mucha frecuencia, debe
ayudarlos también a superar los obstáculos emotivos que pueden atrasar todo el
proceso.
En ese sentido, algunos entendidos en la materia,
señalan que en la escritura descuidamos la influencia de la experiencia de
nuestros estudios de nivel primario o secundario. (Rudestan y Newton, 2001,
citado por Gómez et al) advierte que usualmente, los alumnos son animados a
distanciarse de su experiencia y a describir una realidad que les es
extranjera. En estas condiciones, la escritura puede fácilmente ser relacionada
con una actividad fastidiosa donde el alumno se siente inadecuado, incapaz de
sacar algo de lo que está en el corazón de su existencia. La revisión de las
experiencias educativas más corrientes presenta la escritura alrededor de estas
creencias:
· No es conveniente escribir sus propias ideas.
· Escribir es una actividad ante todo fastidiosa que consiste en repetir sus ideas y las de los otros.
· Lo que ha sido escrito será leído minuciosamente por los evaluadores en primer lugar y ante todo para la búsqueda de los errores.
Después de estas experiencias tan frecuentemente
probadas en el sistema universitario no debe sorprender que muchos estudiantes
se encuentren estancados frente a la hoja en blanco. Son ambivalentes: una
parte misma de ellos quiere escribir y otra los arrastra hacia las
distracciones, llevándolos a realizar más tarde lo que debería ser escrito hoy.
Como la redacción de una tesis implica una parte de trabajo solitario, es fácil
caer en la tentación de la diversión. Y las preocupaciones no faltan,
atractivas las unas como las otras, reales o imaginarias. Si se cede, la
redacción no avanza, lo que aumenta la ansiedad[2].
b. Los bloqueos asociados a la tesis misma
Otra categoría de obstáculos está relacionada con
la tarea misma: redactar una tesis. Una vez más, la redacción de la tesis se
extiende por varios años: en consecuencia, es necesaria la perseverancia y una
buena organización desde todo punto de vista: para comenzar, un buen espacio
para trabajar. Es muy útil tener un lugar donde las condiciones esenciales
estén a la mano. Si es necesario, se debe prever utilizar las paredes para
fijar el calendario de las tareas por hacer o un plan razonable del tiempo para
trabajar, constancia, y apoyo de los otros. He ahí algunos ingredientes
determinantes. Desde esta perspectiva, es necesario informar a sus allegados
del avance de sus trabajos… ¡no son interminables! Por lo que estimados
tesistas, la llave del éxito residirá en su capacidad de resolver estos
problemas concretos de organización, y no solamente los dilemas teóricos.
Redactar una tesis es más que escribir, porque la tierra no para de moverse y
la vida continúa teniendo exigencias. “No deje que se le escape el proyecto de
investigación. Bosqueje un plan de trabajo y actualícelo frecuentemente.
Aprenda a organizar su tiempo para conservar el control del proyecto”[3]. Un consejo de un profesor con experiencia: “No se
mude, a menos que sea expulsado de su vivienda. No se meta a hacer trabajos de
remodelación. No adopte un perro”[4].
c. Los avatares de la vida personal
Los problemas personales sobrevienen también;
aquellos que nadie desea ni comprende, pero que hacen parte de la vida. La
enfermedad es uno de ellos. Al respecto, se aconseja siempre a los estudiantes
de todos los niveles hacer ejercicio regularmente: el ejercicio físico ayuda a
concentrarse, a mantener la energía, el tono y el entusiasmo. Todos los médicos
recomiendan hacer ejercicio (¡y dejar de fumar!). Esto vale no solamente para
la población en general sino con mayor razón para los estudiantes que han
iniciado un proyecto que exige concentración y esfuerzos constantes.
Por lo que un trabajo de tesis se requerirá de
mucha energía. Asimismo, la relación de las parejas de enamorados se podría
verse afectados porque la investigación absorberá gran parte del tiempo. De lo
que resulta entonces que la redacción de tesis podría verse atrasada. Por ello
es necesario tomar algunas precauciones para que el proyecto de uno no le ocupe
todo el espacio: es necesario tomar en consideración el valor que la vida
familiar y conyugal tiene para usted, su importancia en su existencia, el papel
que juegan sus familiares en su vida. Cuando la tesis se termina, la vida
retomará su curso, y el estudiante continuará viviendo con los suyos. Esto será
preferible a no haberlos perdido por causa de una falta de visión de largo
plazo.
[1] Gómez, M.A.; Deslauriers, J.P.; Alzate, M.V. (2010) Cómo hacer tesis
de maestría y doctorado. Primera ed. Bogotá: Ecoe Ediciones, p. 108.
[2] Ídem, p. 110.
[3] Sharpe, J. A.; Peters, J.; Howard, K. (2002) The Management of a
Student Research Project. Hampshire: Gower, p. 172.
[4] Bolker, J. (1998) Writing Your Dissertation In Fifteen Minutes A
Day. New York: Holt, 82.
jueves, 12 de enero de 2017
CÓMO ENCONTRAR UN TEMA PARA INVESTIGACIÓN DE TESIS
Allí surge la pregunta de los
estudiantes: ¿Cómo hago para encontrar un buen tema? Los estudiantes
afortunados pueden contar con los trabajos de investigación que se han
realizado anteriormente, una idea que ellos tienen en la cabeza desde mucho
tiempo y que no espera sino la ocasión para ser explotada, un tema que han
abordado durante la etapa universitario y que quieren profundizar. En ese
sentido, Ogden (2007) expresa esta sugerencia: “Haga énfasis sobre lo que usted
conoce ya. Elabore una lista de temas sobre los cuales usted ya ha realizado
trabajos o sobre los cuales ha hecho cursos. Usted podrá darse cuenta de que ya
ha hecho un buen trabajo con la reseña de escritos (…) El estudiante muy
organizado debería poder utilizar los trabajos realizados en el marco de los
cursos para plantear las bases de la tesis. En realidad, este tipo de
estudiante es extremadamente raro”[1].
De otra parte, otros autores señalan
que algunos estudiantes pueden encontrarse en la niebla y no darse por
enterados. No obstante, se sabe que la creación es con frecuencia precedida de
una fase de indeterminación, inclusive de caos. En estas circunstancias se debe
tener paciencia, no entrar en pánico sino ocupar la mente en otras tareas.
Cuando la mente está en reposo, en un estado de confusión es cuando las ideas
surgen: acordémonos de la historia de la manzana de Newton, de la bañera de
Arquímedes y del teorema de Pitágoras: ¡Eureka! He encontrado[2].
Para ello, por experiencia en esta
etapa lo que se recomienda es en primer orden es hablar con los pares. Todos
tenemos colegas, amigos, con los cuales estudiamos y que conocen nuestros
intereses. Se debe iniciar por confiarles nuestra incertidumbre, incluso nuestro
desconcierto y pedirles lo que, en su opinión, podría interesarnos. A menudo,
ellos nos conocen mejor que nosotros mismos y pueden orientarnos en una
dirección en el cual no habíamos pensado. Según Rudestan y Newton (2001)
citado en Gómez et al, recomiendan acudir a una lluvia de ideas
(brainstorming): “La lluvia de ideas consiste en enumerar espontáneamente y sin
ánimo crítico todas las ideas posibles en un período de tiempo dado para luego
usted poder hacer un análisis crítico de cada idea y eliminar aquellas que son
poco interesantes, estrafalarias o impracticables. Últimamente, es el
conocimiento de la documentación científica el que determinará si una pregunta
de investigación tiene potencialidad o no. Las publicaciones son las
depositarias de la tradición de la investigación académica y ellas superan de
lejos los límites de su conocimiento”[3]. Este ejercicio puede
practicarse con un pequeño grupo de personas donde éstas puedan expresarse
espontáneamente y sin reservas.
Asimismo, se sugiere reunirse con
diversos profesores y presentarles el problema. Ellos tienen la experiencia: en
el pasado, han encontrado estudiantes que estaban en su misma situación y
pueden ayudarlo a aclarar las ideas. Algunos programas ofrecen un seminario
donde es posible jugar con las ideas y donde los estudiantes pueden ayudarse
unos a otros discutiendo, criticándose y ofreciendo sugerencias.
Otra manera es leer las tesis. Pero, a
cambio, usted no debe dejarse impresionar: lo que lee es el producto final
precedido de varias versiones que no conocerá nunca pero que a usted le
parecerán por supuesto menos sabias. La ventaja de esta lectura es que usted
verá lo que otros estudiantes han hecho y cuál es el resultado de sus trabajos.
A partir de diferentes documentos debidamente aprobados por su institución,
usted verá cuales son las expectativas. Luego, advertirá también cómo los otros
candidatos han estructurado sus trabajos.
En estos períodos de incertidumbre, una
manera más arriesgada, pero a veces también provechosa es la de leer, no
importa qué. En ese sentido, porqué no aprovechar estos momentos para leer las
obras que le interesan desde hace mucho tiempo, pero para las cuales no ha
tenido tiempo. Usted no perderá del todo: aprenderá cosas sobre un tema que
trabaja y tendrá también el placer de poner en reposo su mente, dejarla abierta
a las influencias, y dejarla disponible y en estado de inquietud. Quizás
es por este camino que la novedad se precipitará rápidamente. Para practicar
con moderación, sin embargo, en la medida en que usted toma conocimiento de su
tema y de los autores relacionados con él, usted atravesará los mismos de
autores que son citados usualmente. Esto es un buen signo: va por buen
camino. Está en proceso de discernir su tema, destaca usted los autores claves
y las obras esenciales[4].
[1] Ogden,
E. H. (2007). Complete Your Dissertation or Thesis in Two Semesters or Less.
Plymouth: Rowman & Littlefield, p. 38.
[2] Gómez,
M.A.; Deslauriers, J.P.; Alzate, M.V. (2010) Cómo hacer tesis de maestría y
doctorado. Primera ed. Bogotá: Ecoe Ediciones, p. 24.
[3] Ídem,
p. 25.
[4] Boutillier,
S.; D’allongans, A. G.; Labère, N.; Uzunidis D. (2005). Méthodologie de la
thèse et du mémoire. Paris: Studyrama, p. 166.
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