viernes, 23 de agosto de 2013

ASPECTOS DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO


ASPECTOS DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

Es el proceso generado por la ciencia, mediante el cual se usan experimentos para contestar interrogantes.

Para Tamayo (2012) conocer es enfrentar a la realidad; todo conocimiento es necesariamente una relación en la cual aparecen dos elementos relacionados entre sí;  uno cognoscente[1], por un lado llamado sujeto, por el otro llamado objeto. Esta relación implica una actividad en el sujeto, la de aprehender el objeto, y la del objeto es simplemente la de ser aprehendido por el sujeto[2].

Bajo la perspectiva de este autor el sujeto es quien determina la relación con el objeto y, por tanto, esa actividad de conocer, y pueden entrar en relación con el objeto de formas diferentes, lo cual hace que la actividad de conocer oscile  entre el conocimiento vulgar y el conocimiento científico. Entonces quizás, el conocimiento vulgar conduce a ver el objeto, a entender sin más, sin embargo el conocimiento científico  permite ver la realidad lo que otros no tuvieron la suerte de ver; en efecto, el conocimiento científico se apoya en el método y la investigación.

En tal sentido el conocimiento científico es una de las representaciones que tiene el hombre para otorgarle un significado con sentido a  nuestra realidad. De manera que cuando analizamos qué hace el hombre de ciencia para llegar a interpretar  los fenómenos de la realidad nos encontramos en su forma de producir su conocimiento de la siguiente forma:
El hombre observa, descubre, explica y predice al conocimiento sistemático de la realidad.
Otro punto de vista al respecto es de Alarcón (1991) señala que los conocimientos que integran una ciencia se logran mediante la incorporación sistemática de la investigación científica. Arguye que Descartes advertía que si ignoramos algo de todo lo que podamos saber, significa que no hemos descubierto nunca algún medio que pueda conducirnos a tal conocimiento[3].

De tales definiciones se entiende por conocimiento científico, el que se obtiene mediante la utilización de un conjunto de procedimientos especialmente diseñados con ese objetivo particular, y al que, como ha sido planeado, algunos autores denominan método científico.  De manera que éste surge cuando el conocimiento ordinario deja de solucionar los problemas planteados a partir de las respuestas simples que ofrecía, por el mismo hecho de que los problemas a resolver se volvían cada vez más complejos, llegando inclusive a dejarse de plantear problemas en algunos campos.  Sin embargo, existen otras posturas al respecto como de Velásquez y Rey (2002) sostienen que el conocimiento científico surge como una consecuencia directa del conocimiento ordinario y el razonamiento especulativo. De ahí que las primeras disciplinas científicas tengan una relación directa con las necesidades e inquietudes primordiales del hombre y se vinculan estrechamente con la agricultura y la magia, es decir con la técnica. De esta manera, surgen las matemáticas, la astronomía, los primeros atisbos de la medicina y otros[4].

Entonces, el objetivo de la ciencia consiste en la interpretación de la realidad y en su transformación, en el dominio progresivo del campo de lo conocido sobre de lo desconocido. Este dominio no se restringe a una simple descripción de lo existente sino que va más allá, a la comprensión del mundo con ayuda de las teorías científicas entendidas éstas como un sistema  de conocimientos compuestos por leyes científicas, principios, teorías y conceptos.




[1] Un sujeto cognoscente es "la persona que conoce", aquél que realiza la actividad del conocimiento. Es el que capta algo, el que se posesiona con su mente de las características de un ser. Las facultades cognoscitivas (ojos, oídos, entendimiento, etc.) posibilitan que haya alguien que se dé cuenta de lo que pasa alrededor de él. Ese centro del conocimiento es el sujeto cognoscente.
[2] Tamayo y Tamayo, M. (2012) El Proceso de la Investigación Científica. México: editorial Limusa. P. 15.
[3] Alarcón, R. (1991) Método y diseños de investigación del comportamientos. UPCH. Lima. P. 27.
[4] Velázquez, A. y Rey, N. (2002) Metodología de la investigación científica. Lima: Editorial San Marcos. P. 23.  

sábado, 17 de agosto de 2013

REPRESENTATIVIDAD DE LA MUESTRA

REPRESENTAIVIDAD DE LA MUESTRA

Al reflexionar sobre tema afirmamos, que uno de los problemas elementales que se le presenta al investigador referente con el muestreo consiste en saber si el grupo designado es verdaderamente representativo del conjunto; para que lo sea, los rasgos de los elementos o individuos elegidos para la muestra deben ser similares a los de toda la población (Marín Ibáñez, 1990).

La característica más trascendente de una muestra es la representatividad. Puesto que el muestreo obtiene todo su sentido en tanto que garantiza que las características que se quieren observar en la población quedan expresadas apropiadamente en la muestra. De manera que, generalizar a la población desde la muestra sólo está justificado si ésta representa realmente a la población. Preservar la representatividad es el atributo más importante que debe reunir el muestreo, lo que nos permitirá generalizar a la población los resultados obtenidos en la muestra[1]

Otra perspectiva sobre el tema es de Fox (1990), quien señala que para lograr la representatividad se requiere lo siguiente:

a. Conocer qué características (variables) están relacionadas con el problema que se estudia.

b.  Capacidad para medir esas variables.

c.  Poseer datos de la población sobre estas características o variables para usarlos como variable de comparación. 

El mismo autor enfatiza que si no se cumple alguna de estas condiciones, para algunas de las características, se pierde la capacidad de buscar deliberadamente la representatividad en cuanto a ella. En virtud de lo sostenido, afirmamos que la selección aleatoria de la muestra garantiza la ausencia de sesgo en el proceso de selección de la misma, ayuda a garantizar su representatividad, sin embargo, esta circunstancia no es garantía total para que estemos seguros de que la muestra al azar es representativa de la población de la que se ha extraído (Kerlinger, 1985). Se espera que sea representativa de las características relevantes de la población, pero pudiera no serlo. Lo normal es que lo sea, ya que lo típico, lo representativo de la población, es lo que aparece con más frecuencia, pero no hay seguridad total. El muestreo estratificado proporcional asegura, en cambio, la representatividad en cuanto a una o dos características (Jiménez Fernández, 1983).

El factor del impacto según Fox (1990) que otra forma de examinar el problema de la representatividad de la muestra consiste en distinguir entre la muestra invitada, la muestra aceptante y la muestra productora de datos. La primera corresponde al conjunto de individuos “invitados” del conjunto de la población, la segunda hace referencia al grupo de individuos que aceptan participar y la muestra productora de datos coincide con la muestra real del estudio. Si se poseen datos sobre la población se pueden comparar con ellos la muestra invitada o la aceptante y, mediante algún contraste de significación adecuado (por ejemplo, chi-cuadrado), determinar si difieren de ella en las características que interesa en una investigación dada. Si el contraste indica que no hay diferencias significativas en las variables consideradas, se puede admitir la representatividad de la muestra para las características en cuestión, pero nada se puede afirmar sobre la representatividad de la muestra respecto de cualquier otra variable

Ahora bien, si en caso, no se ha logrado representatividad en una o varias variables, el investigador tiene dos opciones:

  • Trabajar con la muestra no representativa y contar con ese límite.
  • Seleccionar más elementos de la población, con la esperanza de que una muestra mayor sí sea representativa, aunque el estudio tenga una muestra mayor de buscada inicialmente.

Finalmente, es preciso preguntarse qué pérdida puede tolerarse desde la selección de la muestra inicial hasta llegar a la que proporciona los datos. Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que se tiene constancia probada de que las personas que no responden tienen opiniones o patrones de conducta distintos de las que responden; y que el porcentaje de la pérdida también depende, para su representatividad, de cómo se distribuyan las respuestas en las diferentes categorías de la variable. No es igual un 48% de “sí” y un 52% de “no” ante determinada pregunta que un 16% y un 84%[2]. En cualquier caso, no existe una única respuesta cuantitativa. Se suele considerar que una pérdida del 25% debe preocupar, aun cuando no existan diferencias estadísticamente significativas; cuando sea inferior al 50% -se debe leer y escribir con cuidado-; y cuando la proporción es menor del 40% no se deberían dar a conocer los datos, ni considerarlos como conclusiones válidas. Son útiles como estudios pilotos, pero no se pueden aceptar sin hacer un estudio posterior más exhaustivo[3].



[1] La Torre, A.; Rincón, D. y Arnal, J. (2003). Bases Metodológicas de la Investigación Educativa. Barcelona: Experiencia S.L., p. 82.

[2] Jiménez, C. (1983). Población y muestra. El muestreo. Madrid. UNED, p. 249.

[3] La Torre, A.; Rincón, D. y Arnal, J. (2003). op. cit, p. 83.

 

lunes, 12 de agosto de 2013

Diseños no experimentales

Diseño no experimental

Comenzaremos este epígrafe ofreciendo algunas definiciones del concepto de diseño no experimental y, a partir de ellas expondremos las principales características que presenta este tipo de diseño. Pedhazur y Pedhazur Schmelkin (1991) indican que los experimentos, los cuasi-experimentos y los no experimentos se diferencian por la presencia o ausencia de a) manipulación de la variable independiente, y b) aleatorización. En un experimento tanto la manipulación como la aleatorización están presentes; en un cuasi-experimento, la manipulación está presente pero no la aleatorización; en un no experimento tanto la manipulación como la aleatorización están ausentes[1]. Estos mismos autores puntualizan que los diseños no experimentales han recibido distintas denominaciones y que, por el momento, no hay consenso respecto al uso de una u otra. Tales denominaciones son: investigación correlacional, investigación de encuestas o investigación observacional.

Kerlinger y Lee (2002) nos dicen que la investigación no experimental es la búsqueda empírica y sistemática en la que el científico no posee control directo de las variables independientes, debido a que sus manifestaciones ya han ocurrido o a que son inherentemente no manipulables. Se hacen inferencias sobre las relaciones entre las variables, sin intervención directa, de la variación concomitante de las variables independiente y dependiente (p. 504). Cabe precisar en esta definición que la razón por la que no se manipula la variable independiente en la investigación no experimental es que resulta imposible hacerlo. Arnau (1995) utiliza el término investigación no experimental para denominar genéricamente a un conjunto de métodos y técnicas de investigación distinto de la estrategia experimental y cuasi-experimental (p. 35). Destaca que en este tipo de investigaciones no hay ni manipulación de la variable independiente ni aleatorización en la formación de los grupos.

A partir de la perspectiva de Kerlinger y Lee (2002) presentamos un listado con las principales características de los diseños no experimentales[2]. Son las siguientes:

a.  No hay manipulación de la variable independiente, bien sea porque se trate de una variable que ya ha acontecido, bien sea porque se trate de una variable que por su propia naturaleza o por cuestiones éticas no pueda manipularse de forma activa. Se incluyen, pues, en este grupo de variables todas aquellas que recogen características propias de los individuos.

b.  No hay asignación aleatoria de los sujetos a las condiciones de tratamiento, es decir, los grupos no se forman aleatoriamente, por lo que no queda garantizada su equivalencia inicial. Los datos simplemente se recolectan y luego se interpretan, puesto que no se interviene de forma directa sobre el fenómeno.

c.   Se estudian los fenómenos tal y como ocurren de forma natural. Esta característica hace que los diseños de tipo no experimental se utilicen principalmente en investigación aplicada.

d. De las características anteriores se desprende que el diseño no experimental no permitirá establecer relaciones causales inequívocas.

Si bien algunas de las características anteriores podrían desalentar al investigador de recurrir a un diseño no experimental vamos a presentar ahora algunas circunstancias en las cuales se deberá utilizar este tipo de diseño:

·     En primer lugar, existen muchos problemas de investigación para los cuales no resulta apropiado un diseño experimental: un investigador puede estar interesado en recoger información sobre las actitudes o creencias de los individuos con una finalidad puramente descriptiva o puede querer observar el fenómeno sin intervenir para no desvirtuarlo.

·   En segundo lugar, nos encontramos con una buena parte de investigaciones que se realizan en el ámbito de la Psicología en las cuales el objetivo es estudiar características de las personas que no son susceptibles de manipulación experimental -por ejemplo, el cociente intelectual o el nivel de extraversión-. Esto hace que el investigador no pueda provocar el fenómeno que quiere estudiar, y, en consecuencia, que no pueda recurrir ni a un diseño experimental ni a un diseño cuasi-experimental.

·    En tercer lugar, puede ocurrir que, aunque la variable de interés se pueda manipular experimentalmente haya razones de tipo ético que lo impidan. Por ejemplo, no se podrá manipular una variable independiente si esta manipulación puede producir daños físicos o mentales a los participantes. Por último, hay ocasiones en las cuales no se podrá llevar a cabo un experimento verdadero por razones de tipo financiero, administrativos, o simplemente porque supondría excesivos inconvenientes para los participantes en la investigación.

 



[1] Pedhazur, E. J.; Pedhazur Schmelkin, L. P. (1991). Medición, diseño y análisis. Un enfoque integrado. Hillsdale: Lawrence Erlbaum Associates, p. 304.

[2] Kerlinger, F. N. y Lee, H. B. (2002). Investigación del comportamiento. Métodos de investigación en ciencias sociales (4ª ed.). México: McGraw-Hill, p. 124. 

 

Diseños cuasi-experimentales

DISEÑO CUASI-EXPERIMENTAL

1.     Definición y características

El concepto de cuasi-experimento fue propuesto por primera vez por Campbell y Stanley (1966) y fue ampliado más tarde por Cook y Campbell (1979). A partir de entonces muchos autores han propuesto definiciones de este concepto, algunas de las cuales figuran a continuación.

Cook y Campbell (1986) afirman que los cuasi-experimentos son como experimentos de asignación aleatoria en todos los aspectos excepto en que no se puede presumir que los diversos grupos de tratamiento sean inicialmente equivalentes dentro de los límites del error muestral (p. 142). Esta es la razón por la cual estos autores utilizan el término experimento verdadero en oposición al término cuasi-experimento.

Mientras Kirk (1995) afirma que los diseños cuasi-experimentales son similares a los experimentos excepto en que los sujetos no se asignan aleatoriamente a la variable independiente. Se trata de diseños que se utilizan cuando la asignación aleatoria no es posible o cuando por razones prácticas o éticas se recurre al uso de grupos naturales o preexistentes como, por ejemplo, sujetos con una determinada enfermedad o sujetos que han sido sometidos a abuso sexual (p. 6). Por lo tanto, los diseños cuasi-experimentales se utilizan cuando el investigador no puede presentar los niveles de la variable independiente a voluntad ni puede crear los grupos experimentales mediante la aleatorización.

Otra postura expresa Arnau (1995) define el diseño cuasi-experimental como un plan de trabajo con el que se pretende estudiar el impacto de los tratamientos y/o los procesos de cambio, en situaciones donde los sujetos o unidades de observación no han sido asignados de acuerdo con un criterio aleatorio.
A partir de las definiciones anteriores se puede elaborar un listado con las principales características del diseño cuasi-experimental. Son las siguientes:

a)     Manipulación de la variable independiente. Esta es una característica que comparten los diseños cuasi-experimentales y los diseños experimentales. Ambos tipos de diseño tienen como objetivo el estudio del efecto de la variable independiente sobre la variable dependiente de la investigación. En definitiva, los dos tipos de diseños persiguen el establecimiento de relaciones causales.

b)    No aleatorización en la formación de los grupos. En el diseño cuasi-experimental el investigador no interviene en la formación de los grupos, de manera que recurre a grupos intactos o naturales. Se trata de grupos de individuos que ya están formados -como, por ejemplo, los niños de un mismo grupo en una escuela o los trabajadores de un departamento en una empresa-, por lo que el investigador no tiene garantías de la equivalencia inicial de éstos. De hecho, estos grupos naturales, también se denominan grupos no equivalentes. Esta característica constituye el principal inconveniente que presenta este tipo de diseños. El problema radica en que, si la equivalencia inicial de los grupos no está garantizada, se puede cuestionar que las diferencias que se encuentren entre los grupos después de la intervención se deban al efecto del tratamiento. En definitiva, esta característica atenta contra la validez interna de la investigación, es decir, pone en cuestión la relación causal que se pretende establecer con ésta.

c)     Escaso control de las variables de confundido. Los diseños cuasi-experimentales se suelen utilizar en investigaciones de carácter aplicado, por lo que se desarrollarán, principalmente, en contextos naturales alejados del laboratorio. En estos contextos el control de todas las variables de posible confundido resulta complicado y, en muchas ocasiones, imposible. Estos contextos naturales pueden ser, entre otros, hospitales, escuelas o empresas. Esta tercera característica, al igual que la anterior, pone en peligro la validez interna de la investigación. Debido al deficiente control de los diseños cuasi-experimentales.

Las características anteriores ponen de manifiesto cuál es el principal problema de los diseños cuasi-experimentales respecto al diseño experimental. Si bien en el diseño experimental se alcanza un alto grado de validez interna, en el diseño cuasi-experimental, por el contrario, la validez interna de la investigación se puede cuestionar. Esto se debe a que los cuasi-experimentos no permiten elaborar conclusiones consistentes acerca de la efectividad del tratamiento, puesto que existen explicaciones alternativas, distintas del efecto de la intervención, para justificar las diferencias que se observan en la variable dependiente. En definitiva, los diseños cuasi-experimentales no nos permiten rechazar completamente otras explicaciones causales distintas a la que nos interesa establecer. Esta es la razón por la que Campbell y Standley (1966) recomiendan la utilización de los diseños cuasi-experimentales únicamente cuando no se puedan asignar aleatoriamente los sujetos a las diferentes condiciones.

Posteriormente Cook y Campbell (1979), señalaron cuáles son las potenciales amenazas contra la validez interna que pueden darse en los diseños cuasi-experimentales, también pueden encontrarse en Shadish, Cook y Campbell (2002). Tales amenazas son las que presentamos a continuación:

a)     Historia. Son hechos o circunstancias externas que ocurren simultáneamente con la aplicación del tratamiento. El problema es que en este caso el investigador no podrá estar seguro de que los cambios observados en la variable dependiente de su investigación se deban al tratamiento, puesto que podrían deberse al factor de historia.

b)     Maduración. Se refiere a cambios en las condiciones internas de los individuos que coinciden con la aplicación del tratamiento. Se trata de cambios debidos a procesos biológicos o psicológicos, como, por ejemplo, la edad, la fatiga o el aburrimiento.

c)     Efecto de la administración de pruebas previas. Este efecto se produce en los diseños en los que toman medidas pre-test. En principio las diferencias que se observen entre las medidas pre-test y las medidas pos-test se tendrían que atribuir al efecto del tratamiento, no obstante, en ocasiones, una buena parte de esos cambios pueden deberse a la práctica o entrenamiento en el pre-test.

d)     Instrumentación. Se refiere a cambios que se producen en el calibrado de los instrumentos de medida o a problemas con los observadores que coinciden con la aplicación del tratamiento.

e)     Regresión estadística. Se refiere a la tendencia hacia la centralidad que se produce cuando el criterio para formar los grupos es que los individuos presenten puntuaciones extremas. Dicho de otro modo, las puntuaciones extremas tienden a acercarse a la media en el pos-test.

f)      Selección diferencial de los sujetos. Se refiere al sesgo en la formación de los grupos y se produce cuando en la investigación se recurre a grupos naturales o intactos. El problema que se presenta en estos casos es que no queda garantizada la equivalencia inicial de los grupos, por lo que las diferencias que se observen entre éstos después de la intervención pueden deberse a la ausencia de equivalencia inicial y no al efecto del tratamiento.

g)     Mortalidad selectiva. Se refiere a la pérdida no aleatoria de los individuos que forman parte de los grupos. Este problema aparece en los diseños en los que se requiere tomar dos o más medidas de cada individuo en momentos temporales diferentes. Puede ocurrir, en estos casos, que a medida que se desarrolla la investigación se vaya reduciendo el tamaño de la muestra, porque haya individuos para los que no se consiga tomar medidas de todas las observaciones previstas inicialmente.

h)     Interacciones entre la selección y algunas de las amenazas anteriores. Las interacciones más frecuentes se producen entre la selección y la historia -por ejemplo, puede ocurrir que un factor de historia afecte sólo a uno de los grupos de la investigación, introduciendo un sesgo sistemático en la variable dependiente-, y entre la selección y la maduración -que se produce cuando los grupos maduran con un ritmo diferente-.

i)        Ambigüedad acerca de la dirección de la inferencia causal. En algunas investigaciones puede ser difícil determinar si X es responsable del cambio en Y o viceversa. Esta ambigüedad no se producirá si sabemos que X ocurrió antes que Y. Aunque reconocemos que la lectura del listado anterior puede desanimar a un investigador respecto a la utilización de los diseños cuasi-experimentales, queremos recordar que estas amenazas son potenciales, lo cual quiere decir que no necesariamente se producirán en todo diseño cuasi-experimental. Tal como señalan:

León y Montero (1997) no todas las amenazas a la validez interna tienen por qué presentarse siempre a lo menos, no todas a la vez[1]. Por otra parte, si bien un diseño experimental superaría la mayoría de estas amenazas, también sabemos que no siempre es viable llevar a cabo una investigación de este tipo. En consecuencia, siempre será mejor obtener información acerca de un fenómeno, aunque no se disponga de una garantía total de la validez interna, que renunciar al estudio de ese fenómeno. En definitiva, lo que sí es esencial es que el investigador conozca las limitaciones del diseño que ha utilizado para recoger sus datos y actúe en consecuencia cuando se disponga a elaborar sus conclusiones.



[1] León y Montero (1997). Diseño de investigaciones. Introducción a la lógica de la investigación en Psicología y Educación. (2da. Edic.) Madrid: Editorial Mc Graw-Hill, p. 291.

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