¿CÓMO FORMULAR HIPÓTESIS?
La
formulación de todo tipo de hipótesis inicia con el análisis de los hechos. De
manera que la hipótesis deberá explicar estos hechos. En ese sentido, todo tipo
de hipótesis, se plantea con el propósito de explicar los hechos conocidos y
predecir los desconocidos. En esa línea, una hipótesis sirve para explicar los
hechos existentes y predecir otros nuevos (desconocidos).
Desde
la perspectiva de Karl Popper, señala, “que mientras más fuerte sea la
capacidad lógica de una hipótesis, más fácil será de comprobar”. Entonces, una
hipótesis se constituye como la conclusión de un razonamiento con cierta
probabilidad o verosimilitud, que se obtiene al estar analizando-sintetizando,
en torno a los hechos o fenómenos, y en su formulación inducimos-deducimos a
partir de las observaciones respecto a tales hechos o fenómenos.
Desde
la postura de Pájaro Huertas (2002), la característica peculiar de la hipótesis
radica en que sistematiza el conocimiento científico, integrando un sistema de
abstracciones de la realidad que se observa. En la hipótesis, es una
proposición lo que viene a ser el punto de atracción de todo ese sistema de
conocimientos y hacia la cual convergen todos los restantes juicios. Los
juicios que integran la hipótesis argumentan esta proposición o se derivan de
ella, es decir, conducen a ella, se infieren o se derivan de ella[1].
La
hipótesis es la forma de desarrollo del conocimiento científico, pero no por
ser un juicio-proposición. La proposición por sí sola, tomada aisladamente, no
desarrolla el conocimiento acerca del objeto. Cumple su función solo si está
relacionada con el conocimiento anterior, de veracidad admitida, y con las
conclusiones que de él se infieren. En la hipótesis hay juicios fidedignos; una
hipótesis privada de todo conocimiento verídico y demostrado, carece de valor
científico. El conocimiento fidedigno constituye la base, el fundamento. Toda
proposición tiene valor si está basada en hechos y leyes sólidamente
establecidas[2].
La
hipótesis por su esencia, comprende juicios problemáticos, es decir, juicios
cuya veracidad o falsedad no ha sido demostrada aún; estos juicios
problemáticos no han de ser conjeturas arbitrarias, su probabilidad debe estar
argumentada por conocimientos anteriores ya demostrados. Una hipótesis formada
por proposiciones arbitrarias no deja ninguna huella importante en la ciencia.
Una hipótesis de este género no constituye una verdad objetiva. Cuando estas
proposiciones se refutan, de la hipótesis no queda nada. La hipótesis
científica verdadera incluye una proposición que puede ser refutada, pero que
posee, además una serie de juicios verídicos que en el curso del desarrollo
científico no sólo pasan de una hipótesis a otra, sino que se van haciendo más
completos. El juicio-proposición, en la hipótesis científica debe estar
argumentado con suficiente grado de probabilidad[3].
Si en
los siglos XVII y XVIII los investigadores miraban con recelo a la hipótesis,
pues consideraban que el pensamiento verídico podía y debía evitarla de alguna
manera, a fines del siglo XIX y en el XX, comprendieron en cambio, que el
conocimiento se desarrolla por medio de ella. En el siglo XXI es poco probable
que un investigador niegue la importancia de la hipótesis en el conocimiento.
En la doctrina de la hipótesis, lo principal no es ya el saber si desempeña un
papel esencial en el conocimiento del mundo, sino lo que representa como forma
de conocimiento científico, cuál es su relación con el mundo objetivo y qué
carácter tiene el conocimiento en ella contenido.
[1] Pájaro Huertas, David, La Formulación de Hipótesis Cinta de
Moebio [en linea] 2002, (diciembre) : [Fecha de consulta: 6 de mayo de 2017]
Disponible en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10101506> ISSN.
[2] Dieterich, H. (1997). Nueva
Guía para la Investigación Científica. Editorial Planeta.
[3] Ídem.